El cáncer de próstata es un tumor maligno que se origina en las células de la próstata, una glándula que forma parte del sistema reproductor masculino y se encarga de producir el líquido seminal que nutre y transporta a los espermatozoides. Esta glándula, con una forma y tamaño similar a una castaña, se ubica debajo de la vejiga.
En España, el cáncer de próstata es el tumor más común en hombres. De hecho, se estima que 1 de cada 8 hombres será diagnosticado con esta enfermedad en algún momento de su vida. Su incidencia está estrechamente relacionada con la edad, incrementándose notablemente a partir de los 50 años. En España se diagnostican más de 30.000 nuevos casos cada año.
Afortunadamente, muchos de estos tumores crecen de forma lenta y permanecen confinados a la próstata, sin causar problemas graves. En estos casos, las probabilidades de cura son altas, con 3 de cada 4 pacientes con enfermedad localizada logrando curarse tras el tratamiento. Sin embargo, existen algunos cánceres de próstata que son más agresivos y pueden propagarse rápidamente. Menos de un 10% de pacientes presentará metástasis o cáncer de próstata metastásico al diagnóstico y otros la desarrollarán a lo largo de su enfermedad tras el tratamiento inicial del cáncer localizado.
Un diagnóstico temprano y la detección de síntomas es fundamental para aumentar las posibilidades de un tratamiento exitoso y la mejora del pronóstico, ya que cuando el cáncer de próstata se detecta en etapas iniciales, mientras aún está limitado a la próstata, las probabilidades de curación son mayores.
Es crucial comprender que el cáncer de próstata y la hiperplasia prostática benigna (HPB) son dos condiciones distintas. La HPB se refiere a un agrandamiento no canceroso de la próstata, común en hombres mayores.
Las causas del cáncer de próstata no están del todo claras, pero se sabe que algunos factores de riesgo pueden aumentar la probabilidad de desarrollarlo. Los principales factores de riesgo no modificables son la edad, la raza y la historia familiar.
A continuación, se detallan los principales factores de riesgo:
Otros factores de riesgo menos importantes, pero que también pueden aumentar la probabilidad de cáncer de próstata, son los ambientales y de estilo de vida:
La recomendación actual para la detección precoz y prevención del cáncer de próstata es el cribado mediante análisis de sangre anual o bianual a partir de los 50 años en la población general. Este análisis mide los niveles de la proteína PSA (Antígeno Prostático Específico).
En las primeras etapas del cáncer de próstata, es común que no se presenten síntomas perceptibles. Esto significa que la enfermedad puede estar presente y desarrollándose sin que el individuo experimente molestias o señales de alerta.
A medida que el tumor avanza y aumenta de tamaño, comienzan a manifestarse síntomas como problemas urinarios. Estos problemas pueden incluir dificultad para iniciar la micción, disminución en la fuerza del chorro de orina y necesidad de orinar con mayor frecuencia, especialmente durante la noche.En algunos casos, aunque menos frecuentes, la presencia de sangre en la orina o en el semen puede ser un síntoma indicador de la enfermedad. También se puede experimentar disfunción eréctil, que se define como la incapacidad de lograr o mantener una erección suficiente para una relación sexual satisfactoria.
Cuando el cáncer de próstata alcanza una fase avanzada, los síntomas se vuelven más severos y se relaciona con la afectación de otros órganos, principalmente debido a la diseminación del cáncer a través de metástasis. Las metástasis óseas son muy comunes en el cáncer de próstata avanzado, provocando dolor intenso en los huesos y un riesgo elevado de fracturas.
Además del dolor óseo, la compresión de la médula espinal por las metástasis puede generar síntomas neurológicos, como debilidad o pérdida de fuerza en las piernas. Otros síntomas generales que pueden indicar un estado avanzado de la enfermedad son fatiga persistente, pérdida de peso sin causa aparente e hinchazón en las piernas.
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PP-TAL-ESP-0042 02/2025