La mayoría de las asociaciones de pacientes reducen su actividad en verano y producen por tanto menos información, pero eso no significa que sus redes sociales cierren por vacaciones. Se puede bajar la cadencia de posts pero es recomendable mantener un mínimo ritmo de publicación. De cara a la conciliación resultan muy útiles las herramientas para programar los posts y que se publiquen automáticamente a determinada fecha y hora. ¿Cómo? Instagram y Twitter permiten esa opción a las cuentas profesionales (de anunciante). Si no dispones de una, igual puedes programar utilizando aplicaciones gratuitas como Apphi o Gramblr para Instagram o Tweetdeck para Twitter. Facebook nos lo pone más fácil, puesto que tiene esa opción incorporada por defecto para todas las páginas y perfiles de organizaciones.
Estadísticamente la mayoría de los usuarios de redes sociales publica con escasa regularidad imágenes propias a lo largo del año, siendo el periodo estival el más proclive. Es por ello el momento ideal para lanzar campañas de participación a través de hashtags en las redes sociales de carácter más visual, como Instagram, TikTok o Facebook. Campañas, por ejemplo, para visibilizar patologías o dar consejos y animar a realizar algún tipo de actividad, compartirlo en redes sociales con un determinado hashtag. Todo ello ayuda para crear sentimiento de comunidad.
Tus seguidores son los mismos que el resto del año, pero sus hábitos no: están de vacaciones, se acuestan más tarde y se desvanece la línea entre días de diario y fines de semana. Adáptate a ellos variando tus horarios de publicación. Por ejemplo, no programes posts a primera hora de la mañana y evita la hora de la comida, que durante el resto del año es el horario estrella pero durante el verano suele ser un momento social. En cambio, las horas de piscina o playa son ideales para publicar, a donde el 70% de los españoles reconoce llevarse el móvil, según un estudio de AIMC Panel.
El verano es para la mayoría un periodo de asueto y desconexión, y el tono de la información debería ser acorde, aparcando hasta septiembre los contenidos de digestión más pesada, como las encuestas sobre impacto de la patología, los seminarios de expertos o los documentos médicos. En verano encaja un contenido más ligero, como consejos prácticos para las vacaciones, adaptados a los pacientes de la respectiva patología. Por ejemplo, recomendaciones sobre hidratación, para tomar el sol con seguridad. También es buen momento para recomendar lecturas, para promocionar iniciativas solidarias o formativas.
El propio carácter de cada red social y la forma de uso marca la curva de tráfico a lo largo del año. Por ejemplo, los picos de uso de Instagram están muy asociados a los viajes y a los encuentros sociales, cuando los usuarios están más activos, así que su tráfico se dispara en verano. Por contra, en esta época se desconecta del trabajo y desciende el consumo de Linkedin, la red social profesional por excelencia. También, aunque en menor medida, desciende el uso de Twitter, coincidiendo con el periodo estival en deporte y política, los temas que suelen ejercer de imán de tráfico en esta red social. Esa bajada coyuntural del consumo no significa que haya que aparcar esas redes en verano, sino asumir que el tráfico y la interacción que cosechen las publicaciones será seguramente inferior al resto del año.