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Internet de las cosas (IoT): un campo de oportunidades para los pacientes

Inteligencia Artificial, Big Data, impresión 3D… Términos de los que seguro has leído ya unos cuantos titulares, acerca de su enorme potencial en salud, pero cuyo significado resulta todavía difuso para la mayoría. Una de esas tendencias digitales es el internet de las Cosas (IoT, por sus siglas en inglés), a la que queremos acercaros en este post, con algunas nociones básicas y aterrizándola en ejemplos de aplicaciones en el día a día a pacientes.Lo primero es definir IoT, que consiste en la conexión a través de internet de dispositivos digitales que recogen y emiten información de forma autónoma, es decir, sin necesidad de interacción humana. Para ello hacen falta dos requisitos, que los dispositivos tengan acceso a internet para compartir la información y que tengan sensores para obtenerla. ¿Qué son los sensores? Pues unos diminutos aparatos que miden variables como la temperatura, el movimiento, la ubicación, la humedad, la luminosidad o la presión, por nombrar sólo algunos de los más comunes.La irrupción del IoT viene en buena medida habilitada por el progresivo abaratamiento de estos sensores. Para hacernos una idea, hasta el más sencillo de nuestros smartphones o smartwatches lleva hoy no menos de una docena de sensores incorporados. Si quieres curiosear, prueba apps gratuitas como ‘Android Sensor’ o ‘Sensor Lab’, que muestran cómo funciona cada uno de los sensores instalados en tu teléfono.Ejemplos en saludDefinido qué es IoT, buscamos algunos ejemplos de uso en salud. La mayoría están por ahora enfocados a la monitorización, bien en el lado de la prevención y la vida saludable (podómetro, medidor de masa corporal, etcétera), o bien en la adherencia al tratamiento o el diagnóstico. Y este último es el que más nos interesa, pues encontramos algunas de las innovaciones más relevantes, en su mayoría relacionadas con sensores en teléfonos, pulseras o smartwatches, que miden desde el ritmo y la frecuencia cardíaca, a la temperatura corporal, el oxígeno en sangre o la presión arterial.Si lo pensamos, son parámetros de salud relativamente básicos, y es que estamos sólo en los albores del IoT. No es realista suponer que un wearable de 150 euros vaya a sustituir de la noche a la mañana a equipos médicos hospitalarios que ocupan media habitación y cuestan una fortuna. El valor del IoT de salud no está por ahora en la complejidad de la información que recaba, sino en que se está recogiendo todo el tiempo, de forma automática, y además se comparte en tiempo real, lo cual abre un importante abanico de oportunidades.La información puede mostrarse en la pantalla del móvil del paciente, en el de un familiar o tutor o, según el perfil del paciente, en un sistema de servicios de teleasistencia, alertando por ejemplo si el dispositivo detecta determinados niveles anómalos. Y no nos referimos sólo a constantes vitales sino que, por ejemplo, mediante la información del acelerómetro y del giroscopio, dos sensores comunes, pueden detectarse caídas, muy práctico en el caso de personas mayores que viven solas. Si el dispositivo no detecta movimiento en los siguientes 60 segundos a la caída, emite una señal de alerta con la ubicación. Una utilidad ya disponible en algunos smartwatches.Valiosa información para el médicoLa información del IoT de salud queda almacenada en la nube y, si se comparte con el médico, simplifica la comunicación, dinamiza la consulta y puede ayudar al profesional a tomar mejores decisiones sobre diagnóstico o tratamiento. Para entendernos, no es lo mismo tomarse la temperatura o pulso dos veces al día que tenerla constantemente monitorizada. Esa monitorización puede mostrar picos o tendencias, permite ajustar o cambiar medicación, etcétera. Es como pasar de la fotografía, que capta un momento dado, a una grabación permanente en streaming.El potencial es enorme, pero es por ahora básicamente potencial. Y es que, pese al optimismo en algunos titulares, referidos a prototipos en pruebas en otros países, casi todo está por inventar y desarrollar en IoT de salud. Hace falta paciencia, tiempo para trabajar en la mejora de los sensores para hacerlos más pequeños, versátiles y aumentar su precisión y por tanto fiabilidad. Será cuestión de tiempo, pero los pacientes y por extensión las asociaciones no deberían perder de vista el IoT y el campo de posibilidades que abre, sobre todo en monitorización y adherencia.
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